… /// cuando se seque la voz de mis palabras
quiero que
me quemen con mis libros
y
esparzan las cenizas por el mar.
Puente 25 de Abril |
Así acababa mi poemario el Lubricán del
Tajo. Si señor, una gran mentira. Corrían el final de los 80 y yo me sentía el
ser más desgraciado del mundo, otra gran mentira, porque celebraba mis penas
viajando a ciudades cómo Lisboa y haciendo excentricidades que para un chico de
provincias se me antojaban sublimes. Desde este mismo puente, que hoy fotografío
con placer grandioso, estaba previsto mi suicidio, es verdad, ahora si es verdad, me
habían arrebatado al Amor de una forma drástica y no tenía un alma siquiera a
quien poder contárselo.
Siguieron unos años más, gobernando mi
vida, esa hora ambigua del Lubricán; en la que se confunde el lobo con el can,
pero todo pasó rápidamente; surgieron nuevos amores, nuevas vidas para
convertirse en ríos, nuevos deseos de mirar al arte con unos ojos distintos, tal
vez también llenos de mentiras.
No me gusta mi obra, ni ninguna de las
formas con las que me expreso, son todas una forma de huir del dolor, un
subterfugio para ocultar lo que siento en todo momento.
Ahora, con más de la mitad del camino recorrido, me doy cuenta que la única Obra de Arte que merece la pena ser contemplada, es la vida misma, nada me reconforta más que dar las gracias cada mañana por seguir aquí y mirar con ternura a la cara de la gente que sin más remedio se tiene que
despedir para siempre.
Buenos noches, Muchas
gracias.
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