domingo, 23 de junio de 2013

UN POEMA CORPORAL





         Cuando llegué a Madrid sabía que encontraría cosas que no hallaría en otras ciudades. Sabía que formaría parte de esta enorme marmita en la que cuecen personas de todo el mundo, atrás quedaba el niño de oro y azúcar, la fruta dulce que se destilaba en los barrios de la urbe: "Huertas, Moncloa, Lavapies, Chueca", todo era hallazgos, sorpresas, tesoros, ilusiones que poco a poco se fueron segando con la guadaña oxidada de los años.

          Creí que habían desaparecido la gente capad de emocionarse con un verso, esa gente de mi adolescencia que erigía monumentos entorno a los auténticos poetas, pero era yo quien desaparecía. La ciudad seguía joven y palpitaba en los corazones de todos los que asistieron a la performance de Mercedes Ridocci titulada "Un poema corporal", inspirado en unos versos del "El cielo vacío" de Miguel Veyrat.

          Se habló sin miedo de la muerte y tras ella el tiempo incontable, el no lugar, talvez lleno de colorido como describieron las bailarinas en este acto de danza alternativa, talvez oscuro como la guadaña oxidada que espera la hora definitiva o  talvez; una experiencia maravillosa como el arte de ciudad que surge de las calles y se aparta de los circuitos comerciales, para el deleite de los que pudimos contemplarlo.


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